Artículo de Miguel G. Sáez Sotelo. publicado en la revista nº 2 del CMUS de Ourense.
Durante toda la historia, la necesidad de escuchar
música sin precisar de intérprete tocando un instrumento, ha llevado a que el
ser humano invente ingeniosos artilugios con los que poder amenizar sus tiempos
ociosos.

A mediados do siglo XIX surge el citado Orquestrión.
Este consistía en un mueble de grandes dimensiones que en su interior albergaba
una amplia variedad de instrumentos; desde tubos de órgano a instrumentos de
percusión, pasando por sistemas de cuerdas frotadas mecánicamente, y en algunas
ocasiones piano y acordeón. Éstos eran accionados, bien por unos cilindros metálicos
fijos, en un rollo de papel continuo, o también, en contadas ocasiones, con un
libro de música.
Éste instrumento alcanza su mayor auge en la década de 1920 de mano de
fabricantes alemanes como Hupfeld, Popper, Pilipps o Webber. Este último
fabricará los Orquestriones más populares, con los modelos Webber Maestro,
Erato o Grandezza.
La
era del Jazz hizo que los fabricantes ampliaran su repertorio ante la gran
demanda de canciones populares, y modernizaron su aspecto hacia un estilo
Bahaus.
Los Orquestriones son los antecesores de las rocolas
o gramolas, populares durante la década de 1950.
Durante este período no sólo existieron los
orquestriones; pianolas y cajas de música, con un funcionamiento muy similar a
este continuaban sonando en casas, bares o restaurantes.
Las cajas de música proceden de la evolución directa
del carillón, y alcanzaron su cénit durante el siglo XIX. Inicialmente estaban
constituidas por un disco giratorio metálico con pequeños remaches, que producía
el sonido al ser tocado por un cepillo, pero tras las guerras napoleónicas el
disco fue sustituido por un cilindro movido por muelles. En algunas ocasiones
estas incorporaban también pequeños tambores y campanas, aumentando así el
tamaño de la caja. Habitualmente las cajas de música eran accionadas por unas
manivelas que ponían en tensión los muelles, haciendo que al soltarla se
produjese el sonido. Cuantos más muelles tuviese, más duraría el sonido,
pudiendo llegar a sonar durante horas.
En algunos lugares de Suiza se instalaron cajas de
música accionadas por monedas, pero estas no tuvieron mucho éxito.
La pianola es un curioso instrumento muy semejante
al piano, pero con la peculiar característica de que funciona por sí mismo.
Básicamente, consiste en un piano al que se le han incorporado un conjunto de
elementos mecánicos para reproducir una obra musical que, en este caso, se
encuentra en un rollo de papel perforado que acciona unos resortes. En esta
“partitura”, también hay indicaciones de pedal, siendo este accionado por
métodos neumáticos. Para mayor expresividad de la obra, la pianola posee un
conjunto de palancas que permiten ajustar la velocidad de giro del rollo dando
una mayor sensación de naturalidad a la música, efectos de forte a pianíssimo, y
controles para avanzar o rebobinar. Este conjunto de controles se encuentran en
el frente del piano, justo debajo de la bobina.

Este instrumento fue muy popular a principios del
siglo XX, y muchos de los compositores más importantes de este período crearon
piezas específicas para pianola. Algunos
ejemplos son George Gershwin, Scott Joplin, Richard Strauss, Isaac Albeniz...
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